domingo, 23 de febrero de 2014

Esquí de travesía a Valdemartin

Volando en Valdemartin


Siempre oigo a los políticos, pero hace tiempo que no los escucho, eso siempre me hace pensar en algunas palabras vacías que siempre escuchamos los que vamos a la montaña, tales como ¡que inútil!, ¡que tontería pasar tanto frío!,¡que perdida de tiempo!, pero siempre echo mano del recuerdo y pienso en todo el tiempo que he perdido sentado en un sillón e inmediatamente me entran unas ganas enormes e irrefrenables de volar a mis montañas.




























domingo, 2 de febrero de 2014

Esquí de travesía a Peñalara

Cuando Peñalara  amanece



Desde los días anteriores, desde el mismo día anterior, el día de hoy parecía incierto. Arroyados por una búsqueda frenética, de atisbos de una mejoría, en las condiciones del tiempo, por esas innumerables páginas que informan puntualmente de la meteo, rastreando las webcam que mostraran, apenas claridad, de ente unas buenas y consabidas condiciones de nieve. Buscábamos la tregua, una pequeña ventana de entre tanto desconcierto.Y con el desconcierto las llamadas, el no sé, el da igual, el temido madrugón para vuelta otra vez, con las ganas retenidas, contenidas, secuestradas, finalmente ahogadas en un café, huérfanas de ilusión ya, retrasando una retirada más que nos desborde de desganas.
 Y llegó el madrugón, a esa hora en la que aún descubres las carreteras vacías, hasta alcanzar el camino que dirige irremediablemente hacia el aparcamiento de Cotos y, en el mismo camino, albergando desconocidas e ignoradas ganas,procesión de carrocerías diversas, al encuentro de la misma ventana. Nos encontramos.
Rompió el alba. Mostró con pereza los primeros girones blanquecinos, después los amarillos, después trazas cian . Nubes que ascienden, discurren mansas. El tiempo detenido entre calmas sombras y luces.Y al final magia, y al final un presente. Un regalo.
  Viki

Siempre me parece mágico y misterioso la manera que tenemos de asombrarnos de ver un paisaje que ya habíamos visto y subido cien veces, precisamente nosotros, asombrarnos de ese gran misterio que absurdamente provoca en nosotros un pedazo de roca. Es en ese momento en el que corremos el peligro de perder ese misterioso asombro. Porque subimos montañas para buscar ese misterio, si solo lo hacemos para poder contarlo, se desvaneció ese misterio. Entonces y solo entonces "Peñalara amanece"