jueves, 23 de septiembre de 2021

Ferrata La Grande Falaise (Ecrins)



Ferrata La Grande Falaise (Ecrins)

Primera vía ferrata equipada en Francia, fue fruto de una iniciativa personal del guía local Lionel Condemine que en 1989 quiso emular los itinerarios Dolomíticos en su tierra natal junto a los Écrins.

Cómo llegar

Desde Briançon tomamos la N94 dirección L'Argentière la Besée. Pasado el pueblo y antes de la Roche de Rame cruzamos el río y tomamos la carretera que sube, recta y inclinada hacia Les Meyries y Freissinières. Continuamos subiendo pasado Freissinières hasta pasar dos curvas muy cerradas. A la tercera veremos un panel indicador de la ferrata y un pequeño espacio para aparcar (5 coches). 100 metros más arriba hay un parquing de más capacidad.

Acceso

Bien indicado, pero en los carteles indican 10 minutos de subida, ¡ni de coña!, por lo menos 30 o 40; encontraremos tres desvíos durante la aproximación. Todos se resuelven igual, hacia la izquierda y en subida. Al llegar a una pequeña cabidad tomamos de nuevo a la izquierda y ya junto a la pared y después de pasar una caseta de madera llegaremos a la primera grapa. En el último desvío si hubieramos tomado la derecha estaríamos en el camino de regreso.

Esta ferrata nos gustó mucho, primero por que somos escaladores y en esta no está todo puesto, aunque es muy fácil, por las espectaculares vistas y por el espectacular camino de bajada, camino sin complicaciones pero un poco largo, aunque no lo parece por lo ameno de la bajada. 




















En las fotos de arriba vemos la llegada a la cueva, bonito lugar donde tomar un descanso y beber un poco, pues está más o menos a mitad del recorrido. En la foto de abajo la salida de la cueva, una enorme fisura donde tendremos que destrepar un poco.


















El camino de bajada es una preciosidad, primero por un bosque lleno de sombras y después continúa por debajo de la ferrata hasta el comienzo de esta, unos carteles nos indican después el parking ( es un poco pequeño, unos cinco o seis coches).
 Resulta complicado establecer quién y cuándo subió por primera vez a una montaña sin un fin estratégico o militar, es decir, por puro goce contemplativo. Pero ahora subimos a respirar y a cuidarnos. 
Dicen que la mejor crema para la cara es estar alegre y feliz
 

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