Paseando por Mont Saint-Michel
El bien y el mal, el yin y el yang, el blanco y negro y tantas cosas que podríamos decir de un lugar tan bonito. Lo bueno de ir en furgo a ciertos sitios es que puedes prescindir de las "horas punta", que puedes quedarte hasta el ocaso o que puedes madrugar y que te puedes ir de allí cuando se vuelve insoportable. A media mañana empezaron a llegar hordas de caminantes, autobuses a mansalva para los que no quisieran hacer el paseo caminando (gran mayoría), Wc a 1€ con colas interminables desde el principio, calles donde si te separabas de tu compañera unos metros, podrías no volver a verla, escaleras imposibles de subir porque se atascaban, eso si, restaurantes, tiendas de suvenir, pizzerías etc. a mansalva. Nos fuimos corriendo antes de que nos aplastaran y eso que estábamos fuera de temporada, no me imagino lo que será en verano.
Esta es la cara del turismo ahora, la otra cara de un sitio tan bonito que sería imposible poder resistirse a no visitarlo.
Impresionante el puente que cruza el canal de Caen, cuando vas llegando parece como si te fueses a subir con la furgo a un tobogan divertido.
Cerrar los ojos en un sitio tan bonito e imaginar que uno se traslada a la alta edad media, nos convierte en complices de un sueño que uno no quiere romper, lo malo es que hay que abrir los ojos tarde o temprano para no chocarte con algún turista. Si es que somos montañeros y no lo podemos cambiar a estas alturas.
Montañero/a: Dícese de la persona aventurera que encuentra un extraño placer mientras sufre caminado o escalando entre barro, lluvia, frío, nieve o calor, usualmente aguantandose el hambre y la sed, que generalmente cuanto más machacado y echo polvo esté, más feliz llega a casa.
