Vía ferrata de Redovan
La vía: Dos ferratas en una, las podemos unir en una sola, la primera parte es una K2, sirve de calentamiento para el siguiente tramo, es aconsejable porque es divertida y es una forma de llegar al comienzo de la K5. Esta primera no tiene mayor dificultad que la de avanzar hasta el comienzo del siguiente tramo.
El tramo de K5 comienza con un tramo muy vertical y que desploma un poco, pero que si no vas relajado te puede llegar a cansar. Llegamos a un tramo fácil con una cadena que nos deja debajo de la primera plataforma, donde sale un tramo vertical y un poco desplomado hasta la plataforma, lugar donde podremos descansar y dejar pasar a los más rápidos. Comienza un tramo muy vertical con desplomes suaves pero continuos hasta llegar a la famosa "bisagra", que nos es otra cosa que un artefacto que nos permite pasar del final del tramo de escalera, hasta el siguiente que esta unos cuatro metros a la izquierda (se puede evitar por unas grapas), este artefacto te hace volar literalmente a unos 150 metros del suelo. Una vez en el nuevo tramo de escalera comienza otro tramo desplomado y vertical hasta otra escalera "invertida", no es que esté al revés, es que hay que subirla mirando hacia el precipicio, lo que te da un subidón de adrenalina inesperado. Llegamos a la segunda plataforma y después de un pequeño tramo vertical, comenzamos una travesía a derechas que tiene su puntito, luego viene el puente sobre unas tablillas de madera y final de la ferrata.
Aproximación: Desde el polideportivo municipal de Redovan, vemos unos carteles indicadores que nos llevan en unos diez minutos al comienzo de la K2.
Descenso: Al finalizar la ferrata, vemos unos puntos verdes en las piedras que nos llevan hacia un camino (muy evidente) que nos deja en el polideportivo en una hora.
Arriba y abajo Bea en el puente del primer tramos de la K2.
En las fotos de arriba vemos Viki, Loli y Javi en el primer tramo de la K5, combina tramos muy verticales con desplomes, por lo que debemos de ir gestionando nuestras fuerzas. En la foto de abajo, el tramo fácil antes de llegar a la primera plataforma, más abajo Loli llegando a la plataforma.
Arriba los famosos vuelos de la "bisagra", a todos les fascinó este tramo, yo personalmente lo hice por las grapas, aunque soy escalador y como dice mi amigo Javi, "si es que nos hemos colgado de clavos viejos, anillas oxidadas, friends, de cada cosa que..." , pero esto a mi no me pareció tan divertido.
Arriba el tramo de aproximación a la "escalera invertida", donde Viki y Javi se lo pasaron en grande, también este efecto de mirar hacia afuera te pone los pelos de punta.
Arriba Bea, Loli y Javi en la segunda plataforma, justo antes de la travesía que nos lleva al puente. Abajo la travesía, donde hay que combinar grapas con regletas en la roca, más fácil de lo que parece.
Arriba el divertido puente que da paso final al la ferrata, abajo otro grupo en la travesía, vista desde el otro lado del puente.
Aquí estamos los "ferratistas" después de un divertido día (para algunos más que para otros), supongo que lo mío es escalar, escalando, se como gestionar mejor mis miedos y mis emociones, buscamos la superación y la perfección en las cosas que hacemos, pero siempre llego a la conclusión de que soy un torpe, pero me alegro de ello. No buscamos la excelencia para nosotros, aunque la admiramos, nos gusta verla y reconocerla en nuestro entorno. Aunque la excelencia cuando está cerca de ti, te aplasta y te rebaja. La búsqueda de la excelencia en todos los aspectos de la vida, consume al excelente y machaca al torpe, lo sabemos, porque somos torpes aunque intentemos la excelencia. Si algo sale mal en el entorno del excelente, el torpe tiembla, si algo se pierde, el torpe lo busca con ansia, en resumen, los torpes nos volvemos más torpes y además nos sentimos culpables.
Pero la torpeza no consume tantos recursos para vivir y comunicarte, la torpeza nos gusta, nos gusta la imperfección, te puedes encontrar con otros torpes a los que reconoces inmediatamente, los entiendes y empatizas con ellos, nos gustan sus imperfecciones y el esfuerzo que hacemos por superarlos, aprendemos de ellos (a veces) y nos reímos siempre que podemos, nos gusta la gente sencilla y torpe, nos gusta la gente noble que se sabe de su torpeza. Los excelentes sufren cuando no alcanzan la excelencia en su día a día y nunca están satisfechos, además nos tienen a los torpes como excusa para sentirse bien. Todos ganamos.
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